Dando continuidad al post anterior Reggio Emilia, el origen de un movimiento (si todavía no lo has leído te recomiendo leerlo antes de seguir), hoy nos adentraremos en la filosofía reggiana más allá de sus orígenes.
En este post me gustaría compartir contigo los aportes que considero fundamentales de las escuelas de Reggio Emilia. ¿Qué es lo que le hace tan especial? ¿Qué cambios trae en la educación formal de primera infancia? ¿Cuáles son las ideas que sostiene sobre la infancia?
Ideas complejas de definir. Sin embargo, tras varias relecturas y redefiniciones he intentado simplificar para que puedas comprender mejor esta filosofía transformadora.
¿Qué vas a encontrar en este post?
¿Por qué es una filosofía y no una metodología?
Reggio Emilia, además de un movimiento originado por un grupo de personas, ha supuesto un cambio en la concepción de infancia que tenemos como adultos. Esta mirada transformadora se traduce en una filosofía educativa o incluso en una filosofía de relación con la vida y la infancia.
No se basa en un método que describa qué acciones seguir para crear una escuela reggiana, cómo tenemos que agrupar a los niños en las salas o qué materiales concretos colocar. Se trata más bien de unas concepciones y principios transversales que podemos adaptar a nuestra realidad profesional en la medida en que confiemos en ellos y los interioricemos como propios.
La primera idea que introdujo Malaguzzi, uno de los principales pensadores, (puedes conocer más aquí) fue la reflexión sobre nuestra imagen personal de niño (considerando la diversidad de géneros).
Imagen de niño
Todos los principios de la filosofía reggiana parten de una primera idea principal: nuestra imagen de niño/a. Para cambiar cualquier práctica educativa, como educadores o adultos acompañantes, lo primero que tenemos que plantearnos es nuestra visión de infancia y de sus procesos de aprendizaje.
¿Creemos que el niño o la niña aprende por si mismo en la interacción con otros y con el entorno? ¿Pensamos que el adulto tiene que mostrarle cómo jugar al niño/a o lo descubrirá por sí mismo/a? ¿Llegará a cumplir los objetivos curriculares propuestos si no le decimos qué hacer y cómo hacerlo en cada momento?
Son cientos de momentos durante el año donde nos perdemos en el trabajo diario y en lo que nos dicen que hacer (curriculum, dirección, familias), que nos olvidamos realmente de lo que creemos. Simples acciones como dirigir el juego de los niños diciéndoles qué hacer y cómo hacerlo responde a cómo creemos que son y aprenden.
Desde una mirada respetuosa y socio-constructivista como la expresada en Reggio Emilia, podemos afirmar y confiar en la capacidad innata del ser humano de aprender y crecer en la interacción con el entorno y los otros. Esta imagen de niño que defiende esta filosofía se corresponde con la imagen de un ser:
- Autónomo y responsable de su propia evolución, protagonista de su propio aprendizaje
- Rico y competente con un enorme potencial que pide ser mirado y escuchado
- Interaccionista (aprender en relación con otros y el entorno)
- Flexible, activo e investigador
- Creador y creativo, que se expresa con diferentes lenguajes.
- Capaz de dar sentido a su vida y dar esperanza de futuro a la humanidad
Principios reggianos
A raíz de estas características de los niños/as he seleccionado los principios reggianos que considero fundamentales. En un esquema quedaría más o menos así:
- Autónomo y responsable de su propia evolución
- 1. El niño como protagonista del aprendizaje
- 2. Docente colaborador, investigador y guía
- Interaccionista: Aprender de otros y del entorno
- 3. La importancia de las relaciones
- 4. El ambiente como tercer educador
- Con un enorme potencial para ser mirado y escuchado
- 5. Pedagogía de la escucha y documentación
- Flexible, activo e investigador
- 6. El valor de lo cotidiano
- 7. Complejidad e incertidumbre de los procesos
- Creador y creativo, que se expresa con diferentes lenguajes
- 8. Sensibilidad estética
- 9. Equipo multidisciplinario
- Capaz de dar sentido a su vida y una esperanza de futuro a la humanidad
- 10. Compromiso social y comunitario
A continuación resumiré cada uno de los principios conceptualmente y en futuros post podrás encontrar algunos de ellos llevados a la práctica profesional.
1. El niño como protagonista del aprendizaje
Al considerar al niño como un ser activo en su aprendizaje derribamos el modelo tradicional donde el adulto transmite el conocimiento. Pasamos a creer en la capacidad innata de los niños de aprender en la interacción directa con los materiales y con las personas. Para ello es fundamental crear lugares donde el juego y la interacción entre personas sea la base del aprendizaje.
También es importante recalcar que este proceso de aprendizaje se basa en el ensayo y error, donde el error, tanto para niños como para adultos, pasa a ser parte indispensable del proceso. Por tanto, el error no es juzgado ni castigado sino observado y analizado para mejorar.
2. Docente colaborador, investigador y guía
Con esta forma de entender al niño y su aprendizaje el adulto pasa a ser un observador atento de los procesos naturales. Al dejar libertad de acción del niño en el uso de los materiales y en la elección de espacios y compañeros/as para jugar, como adultos podemos observar sus preferencias y su evolución natural. A partir de estas observaciones del juego libre, los docentes piensan que modificaciones hacer en el ambiente o qué interacciones llevar a cabo con los niños/as. Es un proceso constante de aprendizaje a través de la observación y la reflexión de cómo, por qué y para qué.
3. La importancia de las relaciones
Una de los grandes aportes de la filosofía reggiana además de la observación del aprendizaje individual de los niños/as en relación con el entorno, es el aprendizaje que se produce en la interacción con los pares, los educadores, trabajadores del centro y las familias. La teoría socionconstructivista impregna sus salas en estado puro.
Todas las relaciones son importantes y llevan aprendizajes valiosos consigo. No es de extrañar ver que los niños y niñas pasean por la cocina o conversan con el personal de mantenimiento, porque todos forman parte de un sistema vivo. Cada cual tiene un lugar fundamental en la red social de la escuela y son mirados como acompañantes de infancia. Se promueve el diálogo entre todas las personas que conforman la escuela (niños/as, familias, educadores y personal del centro) y se valoran sus opiniones.
4. El ambiente como tercer educador
La importancia de las relaciones y el aprendizaje autónomo también se traduce en los espacios amable con los niños, dónde los muebles y materiales varian según los intereses de los niños y según las exigencias interactivas del momento (si juegan a esconderse, vienen familias o invitados de visita, se observa un suceso inesperado en gran grupo).
Se crean escenarios constantes de juego donde el adulto prepara la puesta en escena (el ambiente inicial) pero no prepara la actuación (el diálogo y la interacción entre los personajes). En este aspecto encontramos palabras como estética o ambiente cuyo significado (muy extenso para este post) aboga por un cuidado del entorno físico pero también del entorno social. Crear espacios armónico con materiales y palabras amables, con colores y sonidos agradables, con objetos y muebles que inviten a ser explorados. Un espacio donde los niños se sientan contenidos y donde los adultos también sean bienvenidos.
En la escuela deberían existir espacios y ambientes que nacieran, cambiaran y desaparecieran durante el curso“
Gariboldi, 2011
5. Pedagogía de la escucha y documentación
Para poder comprender mejor los procesos y situaciones diarias de la vida de la escuela es necesaria una escucha atenta, entendida como la búsqueda de significado compartido. Tanto niños como adultos están inmersos en esa búsqueda interpretativa del mundo interior y exterior.
Todos estos cuestionamientos que surgen en la libertad de interacción se registran y comparten a través de la documentación. La documentación es una herramienta para dar visibilidad y reflexionar sobre el aprendizaje diario de los niños/as y de los adultos, así como para dialogar y tomar decisiones futuras.
6. El valor de lo cotidiano
Como educadores muchas veces nos perdemos en el currículum preestablecido sin dar tiempo a observar los fenómenos diarios que suceden en todos los espacios del centro; situaciones que merecen ser miradas y valoradas cómo aprendizajes reales y significativos para los niños. Tan simple como un insecto, un conflicto por un juguete, un reflejo de luz, un sonido de excavadora, que pasa desapercibido para los adultos pero que resultan sorprendentes a los sentidos los niños. Esos son los aprendizajes que necesitamos rescatar desde la escuela.
7. Complejidad e incertidumbre de los procesos
Además de las relaciones también son fundamentales los procesos. Todos las situaciones diarias se observan e investigan pero con la claridad de que nada es 100% seguro y verdad. Cada día nos sentimos distintos, podemos cambiar nuestra percepción del mismo fenómeno o no llegar a un acuerdo con el equipo, lo que nos puede generar frustración.
Desde Reggio Emilia es necesario aceptar la pluralidad, la ambigüedad, la flexibilidad y la incertidumbre de los procesos. La pluralidad para acercarse a situaciones que pueden ser diversas, la flexibilidad para comprender lo percibido desde distintos puntos de vista, la incertidumbre para no cerrar las posibilidades al imaginario infantil. También es importante la continuidad de los procesos, dando tiempo y espacio a acciones de los niños: repetir, volver a hacer, reconstruir, re elaborar, probar y cambiar.
Trabajar con los niños quiere decir tener que hacer las cuentas con poca certeza y muchas incertidumbres. Lo que nos salva es buscar y no perder el lenguaje de la maravilla que perdura, en cambio, en los ojos y la mente de los niños»
Loris Malaguzzi
8. Sensibilidad estética
En el famoso poema los 100 lenguajes de los niños de Loris Malaguzzi, se define claramente esa apreciación por la sutileza con que se expresan los niños a través de su cuerpo. Todos esos detalles pasan desapercibidos por los adultos del entorno. Sin embargo, si los miráramos como si de una obra de arte se trataran empezaríamos a descubrir qué se esconde detrás de cada gesto, de cada sonido o sonrisa. Así entra en los centros de primera infancia la figura del artista y el atelier. Un agente transformador de la comunidad, que la invita a mirarse con ese ojo curioso y comprensivo. Su tarea romper con la cotidianidad, dar espacio a la expresión y a la imaginación de niños/as y adultos, representar, significar y narrar vivencias y sucesos de la comunidad.
Al principio el atelier era un espacio que daba rienda suelta a la imaginación pero con el tiempo ha traspasado sus paredes para adentrarse en todos los espacios del centro o incluso el barrio. Ya no solo se observan y crean proyectos en el atelier, ahora cualquier espacio es rico en posibilidades creativas y expresivas. Puede seguir leyendo en Más allá del Atelier.
9. Equipo multidisciplinario
Al creer en esa multitud de expresiones de la infancia se hace necesaria también la pluralidad de miradas. Cada persona interpreta desde su propia experiencia y área de conocimiento. No es de extrañar ver profesionales de la biólogía, neurociencía, nutrición, paisajismo y arquitectura, conversando con educadores y familias, o incluso formando parte del equipo educativo. Todas las miradas nutren en la comprensión del aprendizaje y desarrollo infantil.
Este complemento profesional es uno de los motivos por los que se rompe con la soledad del educador/a en sala para ampliar el equipo a la pareja educativa o la triada. Ya no decido sola/o sobre «mis niños/as» sino un equipo que trabaja contrastando, definiendo y consensuando líneas de actuación.
“Si se hacen cosas reales, también son reales sus consecuencias” esa idea de Malaguzzi describe bien la responsabilidad que tenemos como acompañantes de infancia, inmersos en un proyecto o centro educativo, que esta inmerso a su vez en una población, una sociedad y una comunidad global. Es decir, formamos parte de un sistema donde todos sus elementos están relacionados. Por lo tanto, cada acto que realizamos desde un proyecto educativo va a repercutir en toda comunidad cercana.
El primer paso está en abrir las puertas al diálogo con las familias y a la mejor comprensión de la realidad de los niños con los que trabajamos. Nuestras prácticas educativas serán verdaderamente significativas en la medida en que reconozcan al niño, a su familia y entorno real sin querer ocultarlos tras las paredes de la escuela. Transparentar y derribar muros es la base para la comprensión y colaboración.
Podría escribir horas sobre esta filosofía educativa pero por el momento te dejo con este resumen de sus principios para que puedas reflexionar sobre cada uno de ellos. ¿Te has parado a pensar si tu concepción de infancia se corresponde con tu forma de relacionarte con ella o con tus propuestas en el aula? ¿Qué acciones realizas en tu trabajo en relación a cada principio? ¿Cómo podrías mejorar algunas prácticas diarias? Son muchas las preguntas que pueden lanzarse al aire y cuyas respuestas quisiera conocer. Si quieres contarme tu experiencia, dejar alguna duda, ampliar información o un comentario, no olvides escribir al final de este post.
Para saber más
Libros
- La educación infantil en Reggio Emilia, Loris Malaguzzi
- Loris Malaguzzi y las escuelas de Reggio Emilia, Loris Malaguzzi
- Arte y creatividad en Reggio Emilia, Vea Vecchi
- La ética en el pensamiento y obra pedagógica de Loris Malaguzzi, Alfredo Hoyuelos
- La estética en el pensamiento y obra pedagógica de Loris Malaguzzi, Alfredo Hoyuelos
- Los cien lenguajes de la infancia, Reggio Children
- Diálogos con Reggio Emilia: Escuchar, investigar y aprender, Carla Rinaldi (versión portuguesa)
Artículos
- ¿Cuál es la imagen de niño que tenemos?, UNESCO
- Your Image of the Child, Loris Malaguzzi
- Ir y descender a y desde Reggio Emilia, Alfredo Hoyuelos
- Escuelas Reggio Emilia y los 100 lenguajes del niño, Martínez y Rojas (descargable)
No olvides ¡compartir es vivir!