En el post anterior El ambiente como tercer educador te adentraba en el concepto del ambiente en los espacios de infancia y su aporte educativo.
Hoy quiero compartir contigo una parte más práctica de observación del ambiente para generar cambios hacia lugares más respetuoso con los niños/as y también con los adultos. Porque al fin y al cabo todos convivimos en el mismo entorno.
Encontrarás en este post una introducción a las fases de evaluación del ambiente para continuar con 15 estrategias prácticas para transformar el ambiente.
Espero que esta información pueda servirte de ayuda tanto si te encuentras montando tu propio proyecto como si estás en una sala/centro/proyecto en transformación.
¡Vamos a ello!
Evaluar el ambiente
A partir del artículo de Iglesias, L. ¿Cómo evaluar la organización espacial y funcional del aula? (más info al final del post), estas son las 4 fases que puedes considerar al evaluar el ambiente:
1. Observar:
Siéntate a mirar. Deja de vez en cuando las prisas del día a día y conviértete en un/a observador/a que da un paso atrás y tiene una mirada limpia, como la del que nunca estuvo en ese lugar. Así podrás mirar los distintos espacios del centro (incluyendo entrada, exteriores o zonas de paso). En ellos observarás:
- El comportamiento de niños/s y familias en cada uno de los espacios físicos, a cuales cada unos de ellos/as, cómo se sitúan o desplazan (sentarse, correr, agacharse, subirse o saltar, etc), existen zonas muertas (espacios que se evitan por falta de interés) o zonas deseadas (aquellas a las que no se pueden acudir pero se intenta).
- Los materiales (objetos de juego) que son utilizados autónomamente o no por los niños/as, que promueven la relación o la dificultan. Observa su distribución en el espacio y su calidad según las posibilidades de exploración que ofrecen.
- Las paredes, suelos y techos. Qué colgamos en las paredes y por qué. Los colores, la altura de los techos, la calidez y materialidad del suelo, etc.
- Las relaciones de palabras, miradas y contacto físico, los sonidos, los olores y todo lo perceptible por los sentidos (a veces difíciles de notar a simple vista).
2.Analizar
Registra mediante fotografías, por escrito o video, para que puedas analizar con más detalle cada uno de los aspectos observados. La imagen puede darte nuevas perspectivas o detalles sutiles que escapan a primera vista.
¿Existe una disposición del mobiliario y de los materiales que ayudan a la autonomía o socialización de los niños/as?, ¿los materiales despiertan su curiosidad?, ¿hay momentos de aburrimiento o estrés en el día?, ¿es necesaria la participación constante del adulto?, entre muchas más.
3. Reflexionar
En esta fase reflexiona sobre las implicaciones pedagógicas de lo observado. Preguntarte el porqué de cada decisión o cambio que realices es fundamental para entender si se ajustan tus intenciones a tus acciones.
Considera además el poder de cambio que deriva de la reflexión en equipo. No dejes de compartir y debatir tus observaciones con tus compañeros/as para llegar a acuerdos.
También puede resultarte útil la observación de profesionales externos al proyecto para que obtener nuevas miradas alejadas a tu cotidianidad.
4. Proponer alternativas viables
“En la escuela deberían existir espacios y ambientes que nacieran, cambiaran y desaparecieran durante el curso“ (Gariboldi, 2011).
Qué cosas podrías cambiar, introducir, eliminar, modificar con respecto a lo observado. Atrévete a realizar cambios que transformen comportamientos, acciones y relaciones.
La observación sistemática del uso y calidad del ambiente te resultará útil a la hora de cambiar la estructura del espacio además de enriquecer tu experiencia profesional.
Por eso no se trata de una práctica pedagógica puntual sino más bien de una práctica continua que perfeccionarás día tras día.
Si el espacio hablara ¿qué diría?…
Una de las preguntas que siempre formulo a educadoras/es en sus espacios es esta: si tu espacio hablara ¿qué diría?
Averigua de qué habla tu espacio, qué dice de ti, de tu las personas que conforman tu proyecto, de tu idea de infancia, de tus intenciones y expectativas. Amabilidad, coherencia/incoherencia, colaboración/individualidad, exploración, sensibilidad, cercanía, comodidad, transparencia, contención, intimidad, entre otras muchas descripciones posibles.
Y otra segunda pregunta que te puedes hacer es ¿qué se espera de un profesional educativo que trabaja por ambientes? Pues bien yo diría que ha de ser un profesional capaz de mejorar cada día, de probar y explorar cosas diferentes, de cambiar lo que no le gusta y de enfilarse en proyectos nuevos cada día. Un profesional que demuestra a través del ambiente la ilusión puesta en las personas y en su potencial por descubrir.
Ahora me encantaría escuchar tu experiencia. Cuéntame en los comentarios ¿qué dice tu espacio?, ¿cómo has observado o modificado el ambiente?, ¿qué creencias hay detrás de tus decisiones?, ¿has contrastado tus opiniones con otros compañeros/as o profesionales?…
Te dejo con estas reflexiones durante estas semanas. En el próximo post te espero con 15 estrategias prácticas para transformar el ambiente.
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Para saber más
- IGLESIAS, L. (1996). ¿Cómo evaluar la organización espacial y funcional del aula?. In- fan-cia, 40, 21-27.
- GARIBOLDI, A. (2011). El espacio y su organización. En Bondioli, A., Nigito, G. (coords.), Tiempos, espacios y grupos: El análisis y la evaluación de la organización en la escuela infantil.